La Terapia de Pareja (TP) y de Familia (TF) tienen sus propias características, objetivos y procesos. Por ello, su abordaje requiere de un área concreta de la Psicología Clínica y la Psicoterapia.
La pareja se constituye por dos biografías que se unen. Además del “tú” y del “yo” se construye un “nosotros” con entidad propia. Cuando esta pareja decide aumentar sus miembros y formar una familia, incrementamos aún más su complejidad. Cada pareja y sistema familiar “danza” con su propia coreografía, llevando cada uno de sus miembros su propio compás.
Por todo esto, la TP y la TF requieren una intervención más compleja que la terapia individual: son varias personas con diferentes formas de percibir, estilos de pensamiento singulares, maneras de comunicarse diversas, expectativas y necesidades distintas y los vínculos que se generan entre ellas.
La labor del terapeuta es ayudar en la comprensión profunda de las dinámicas responsables de la disfunción y enseñar herramientas de cambio.
Entre sus objetivos destacan:
- Entender al “otro” en su complejidad.
- Favorecer la comunicación encontrando un lenguaje común.
- Incrementar la conexión emocional y cercanía.
- Aumentar la empatía.
- Abordar las jerarquías relacionales.
- Generar vínculos seguros y saludables.
- Incrementar las habilidades de solución de problemas.
- Comprender el papel que cada uno juega y el porqué de las propias acciones.
- Disminuir las dinámicas conflictivas creando nuevos marcos de relación.
- Identificar comportamientos que retroalimentan la actuación de uno sobre otro (análisis de las interacciones comportamentales).
- Reestructurar el “nosotros” con herramientas dialogales y conductuales.
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